lunes, 7 de junio de 2010

Un proyecto nuestro

Como una parte de este blog va a ir dedicada a criticar obras ajenas, en este primer artículo vamos a exponer un trabajo nuestro, para que os sintáis libres para criticar todo lo que queráis y así estaremos en paz.

Se trata de un concurso al que nos presentamos en enero en colaboración con el estudio Skemas arquitectura, para proyectar 39 viviendas de protección pública en régimen de arrendamiento (VPPA) para el IVIMA en una parcela en Valdemoro, Madrid.

La experiencia del equipo en vivienda colectiva no era, en general, muy amplia, aunque sí contamos con Pepe que es el único que había hecho vivienda de manera extensiva, y que era el que nos ponía los pies en la tierra sobre la importancia de los parámetros edificatorios, y otras cosas. Además como el equipo era multigeneracional, surgieron muchos temas de debate sobre la vivienda, que intentaremos exponer aquí para continuarlo. Mi opinión es que el proyecto resultante era de una calidad más que aceptable; a ver qué opináis vosotros.
La parcela era rectangular, con dos frentes a la vía y otros dos a calles peatonales; un desnivel de casi 4 metros entre las dos esquinas opuestas, y unas limitaciones de 13 metros de altura máxima hasta la cornisa, con planta baja, más 3 plantas, más ático, y una edificabilidad total máxima de 4.883 m2. Ahí había que meter 39 viviendas de 2, 3 y 4 dormitorios, más una vivienda de 3 dormitorios adaptada; lo cual implicaba una media de 125 m2 construidos para cada una, en los cuales cuenta, por supuesto, la parte proporcional de espacios comunes de todo el edificio.
Estos condicionantes influyen en la forma del proyecto, quieras o no quieras, aunque intentes evitarlos, o aunque los asumas como propios; pero la mayoría de las veces, te impedirán llevar a cabo una idea que tenías en mente que tu pensabas que sería una mejora para la gente que vivirá ahí. Por ejemplo:

1. La altura máxima. La mayoría de los planes generales establecen una limitación en metros de altura y en número de plantas. En Valdemoro, como en muchos otros sitios, los 13 metros se refieren a la planta baja más 3, lo cual implica 4 metros en planta baja y 3 metros en las plantas tipo, medidos de suelo a suelo. O sea, que entre forjado y falso techo te queda la típica altura libre en viviendas de 2,60 m, indefectiblemente.
Yo siempre he pensado que una vivienda un poco más alta de lo habitual es siempre una buena idea, porque mejora la calidad de los espacios resultantes, y da más amplitud a una vivienda pequeña.
Ahora bien, creo que hay mucha gente que piensa que esto es un capricho de los arquitectos, y que la altura no aporta nada. Empezando por los redactores de los planes generales, por los promotores que sólo advierten la repercusión en el precio final de 40 o 60 cm más en la altura, e incluso por los habitantes, ya que en varias ocasiones he oído a gente criticar los techos altos, por el coste en calefacción, por la dificultad de colgar lámparas, y porque en realidad los metros hacia lo alto no te aportan nada en tu día a día.
En este proyecto en concreto queríamos elevar algo la altura libre, pero ya veis que no se podía, así que las viviendas se quedaron con sus 2,60 m.


2. Tipología de viviendas y su distribución. Nuestra convicción es que uno de los mejores tipos de distribución son las viviendas pasantes, por la posibilidad de tener dos orientaciones, y así lo hicimos en este proyecto, con una crujía de 11,60 m y dos viviendas por cada núcleo de escaleras, donde las estancias de día se volcaban al espacio del centro de manzana, donde estaba el sur, y las estancias de noche a las calles exteriores, al norte. Creemos que es una distribución mucho mejor que las viviendas con acceso por una galería, donde al menos dos estancias van a volcar a esa galería por la que pasan todos los vecinos; y mejor que la distribución con 3 o 4 viviendas por núcleo, donde salen viviendas con una sola orientación, con el consiguiente desequilibrio en calidad entre viviendas.
Sin embargo, hacer viviendas pasantes implica un núcleo de escaleras por cada dos viviendas, lo cual aumenta la repercusión de zonas comunes en la superficie construida.

Así pues, nuestro criterio también se pone en duda; puesto que con otras tipologías podrías conseguir viviendas más grandes, aunque a nuestro juicio estén peor distribuidas. ¿Qué preferirán los habitantes? ¿Tener viviendas con dos orientaciones a dos fachadas y una buena distribución? ¿O tener una vivienda algo más grande, a pesar de que ciertas estancias den a una galería, o a patios interiores, o sólo a una fachada, que puede ser la norte, si te toca esa? También aquí se agradecen las opiniones.
Creo que la distribución resultante está bastante bien, aunque pueda pecar, si es que eso es un pecado, de convencional. Con alguna excepción en las viviendas de los áticos o en las de la curva, donde puede haber cosas algo más raras de lo habitual.

3. Formalmente, creo que conseguimos una imagen potente, que responde a unas intenciones no demasiado anecdóticas: una cornisa con movimiento que responde a la existencia o no de áticos; una fachada exterior con volúmenes salientes, que restan monotonía a la larga fachada, y que responden a una intención de dotar a ciertas estancias de una mirada singular hacia la calle, ampliando el espacio interior; una fachada interior que tampoco es plana, para generar terrazas con sombra en verano.

Creo que la imagen, aun no estando en la vanguardia, cosa que tampoco pretendíamos, es contemporánea, pero también amable, fuera del ambiente carcelario de VPP que vemos muchas veces y del que hablaremos en otro momento.
4. Desde el punto de vista urbano, intentamos que el edificio conformase ciudad, aunque aquí hubo varias discusiones sobre cómo conseguirlo. Por un lado estaba el carácter que queríamos dar al jardín del interior de la manzana. Estaba claro que queríamos que fuese ampliamente usado por los residentes, pero una parte del equipo pensaba que para conseguir esto ése espacio tenía que ser público, para que se integrase en la vida de la calle. Otra parte pensaba que había suficiente espacio público fuera de la manzana (jardines, calles peatonales, parques infantiles) como para añadir más espacio público sin uso específico, y privar a los residentes de ese espacio de su propiedad. En esta fase de proyecto esto quedó sin definir.

Pero por otro lado estaba la dificultad de conseguir que siendo un espacio privado, fuera utilizado de la mejor manera posible por los habitantes. Otra vez dos facciones: los que optaban porque el acceso a los portales fuera desde el interior de manzana, aunque esto implicara que en el exterior no se manifestasen los portales, haciendo más monótona la calle principal y restando publicidad al comercio de los locales; y los que optaban por los portales con doble acceso, desde el interior y el exterior, aunque esto fuera algo redundante, y hubiese que recurrir a un buen diseño interior para conseguir que ese uso deseado se diese efectivamente.

Estas cuestiones inciden directamente en el diseño urbano y en el resultado final de la percepción de la ciudad y de la satisfacción o no de los habitantes de las viviendas; y me parecen un asunto realmente complejo y fascinante.

Se admiten opiniones también sobre esto, o ejemplos que queráis poner de buen diseño o de mal diseño; yo os recomiendo que leáis el libro de Ramón López de Lucio “Construir ciudad en la periferia” que podéis descargaros aquí: http://ecosistemaurbano.org/urbanismo/construir-ciudad-en-la-periferia-descarga-gratuita/
http://www.megaupload.com/?d=XCH6RQWX


Finalmente quería exponer algunas ideas sobre la manera en que se organizan los concursos, concretamente del IVIMA. El sistema de puntuación es ciertamente curioso. De 100 puntos posibles, 60 se obtienen con la “propuesta económica”, es decir, con el precio que tu ofrezcas para hacer el proyecto. Ese precio, en concepto de honorarios tiene que incluir proyecto básico, de ejecución, gastos de visado colegial, seguros de responsabilidad, estudio geotécnico, estudio topográfico, y demás cosas. El IVIMA en el pliego del concurso establece unos honorarios, que no siendo muy bajos, tampoco son ningún chollo si te lo adjudican finalmente. Pero sobre esos honorarios, cada estudio que se presenta tiene que hacer su oferta, mejorando la presente en distintos porcentajes, que si sobrepasan el 10% de la media de todas las ofertas presentadas, se considera baja temeraria y te expulsan de la convocatoria. Pero claro, teniendo en cuenta que la media de las ofertas presentadas está en un 30% de bajada, el concepto de baja temeraria me parece a mi que se diluye un poco.

Los restantes 40 puntos se obtienen con la propuesta técnica, que consiste en 35 puntos de la calidad del proyecto, incluyendo objetivos de sostenibilidad, viabilidad técnica, optimización de los parámetros edificatorios, y otros criterios que el jurado tenga a bien considerar; y 5 puntos de la propuesta de organización y control de la calidad de las obras que haga el estudio.
Podéis ver el estadillo de baremación de este concurso y de otros aquí.

Conclusión: que el IVIMA consigue unas ofertas de honorarios un 40% menores de lo que sería razonable pagar por un proyecto de esas características, unas 30 propuestas completas entre las que elegir, y encima les tienes que dar las gracias por trabajar para ellos, si es que ganas el concurso.

En casi todos los casos que he podido mirar, el ganador del concurso era el que más rebajaba los honorarios, aunque he de decir que las puntuaciones técnicas no son tampoco las peores, aunque tampoco las mejores. Sólo en un caso no se llevó el gato al agua el que más se bajó los pantalones, porque su puntuación técnica era muy baja, sino el segundo o tercero que hizo la mayor baja.
Obviamente, nosotros nos presentamos por primera vez a un concurso de este tipo sabiendo a lo que íbamos, presentando nuestra correspondiente bajada del 30 % y esperando ser los que nos lo llevásemos. Pero creo que el sistema está muy mal. Desde aquí, quiero felicitar al estudio de Rafael de La Hoz, porque veo que se presentan a muchos concursos del IVIMA, y en ninguno de ellos hacen bajadas de más del 20%, que será lo que ellos estiman razonable y en el límite de los beneficios; aun sabiendo como sabrán más que de sobra que no van a ganar. Eso es arriesgar.
Pero no sé cuál es la mejor postura para cambiar el sistema: presentarse y aceptar unos honorarios por debajo de los costes; presentarse y mantener los principios, a costa de perder dinero haciendo un concurso que no vas a ganar; o no presentarse, y que el sistema siga su curso.
Porque la opción de que no se presente nadie, o que todos ofrezcan bajas razonables, me parece que no va a ocurrir.
Ana.